ATROCHE (¿Y MOCHE?)

Dice el diccionario de la RAE en su más reciente edición, la vigésimo segunda.

Atrochar:

1. intr. Andar por trochas o sendas.
2. intr. Dicho de una persona: Ir por la trocha o a campo traviesa para llegar más pronto que por el camino al sitio adonde se dirige.

El atroche, por más que pensemos que es una palabra de la jerga popular de difícil interpretación semántica, es una acción muy frecuente en el mundillo de las carreras, sobre todo las populares, que son aquéllas en las cuales yo participo. Son trazadas sin pensar, las que hacemos "siguiendo a la manada". Si fuésemos solos o los de delante nuestro trazasen correctamente, estoy seguro que nosotros seguiríamos el camino correcto. Lo que nunca hubiese pensado es lo generalizado del atroche en el atletismo profesional.

Al hilo de las noticias de esta semana sobre la operación Galgo quiero escribir unos párrafos sin profundizar en nombres, apellidos, hechos, etc. sino sobre aspectos teóricos (sin profundizar en exceso) que nos hacen rechazar este comportamiento, por ausencia de ética. El usar el atajo del doping para llegar lo más alto posible es una lacra que acompaña al deporte; pero, aparte del problema médico y deportivo, es un problema ético de gran magnitud. En cualquiera de las dos grandes escuelas éticas, la deontológica y la teleológica, se formulan bases que rechazan de plano este comportamiento. Ya sea la escuela de la virtud o la del deber, en ambos casos deberíamos observar el estricto uso del cultivo físico y psicológico a través del entrenamiento como única herramienta de mejora. Haré una exposición somera, sin profundizar teóricamente; ya que sería un rollo.

Aristóteles nos dice que el ser humano desempeña su actividad con el fin de conseguir el bien. Este bien tiene que ser perfecto, es decir, que no sea un bien transitorio que se use para alcanzar otros bienes superiores (entiéndase que aquí habla de los bienes materiales). Alcanzar este bien supremo proporcionaría la felicidad. Y el ejercicio de la búsqueda de este bien, por el mero hecho de buscarlo, ya por sí solo crea placer y satisfacción. En la "Ética a Nicómaco" nos dice que el ser humano genera "un hábito selectivo que consiste en el término medio, tomado desde nuestro punto de vista, determinado por la razón y por la forma de comportarse del hombre prudente", sentencia esclarecedora de la recta manera de comportarse, que es la acertada elección de este "justo medio". El ser humano es feliz si vive según las virtudes; pero, para serlo totalmente, necesita vivir en una sociedad regida por leyes justas, convirtiéndose éstas en el compendio de las virtudes, siempre y cuando sean rectamente dictadas.

Kant nos presenta la ética del deber. Como debemos comportarnos. El deber es una obligación suprema, un "imperativo interno" que nos autoimponemos sin esperar nada a cambio, sin esperar un resultado final. Estas normas que constituyen este código ético interno, son universales y son válidas para los seres que son "fines en sí mismo", sólo para los denominados seres racionales (nótese este apunte, ahora que está tan de moda la ética animal y el animalismo).

Por tanto, en cualquiera de las dos expresiones, el comportamiento del dopaje es claramente antiético y rechazable. El dopaje no se debe usar como medio para obtener un fin o para alcanzar la virtud, según la ética teleológica. Desde luego, la ética deontológica también lo rechaza, desde el punto de vista que se usa a la espera de un resultado final satisfactorio, considerando que es un comportamiento no sólo inmoral sino que también rebaja la dignidad de la persona (en cuanto a ser moral). Otro día podremos hablar de que es y que no es doping y si la definición de los mismos entronca con la ética o se trata de convenciones pactos sociales al margen: ¿por qué es la AMA quien tiene que dictar que sustancias o prácticas son dopantes y cuales no?, por ejemplo.

Y... ¿cómo acabó lo del atroche? Pues empezó el sábado en la I Carrera del corazón. Día soleado, circuito bonito y rápido y mucho "futinguero", lo cual hizo que fuese adelantando corredores todo el trayecto y animado a acabar los dos últimos kilómetros a 4'30" (para 52'10"). El problema es que el día con niebla de ayer en el XXX Trofeo Akiles pagué en exceso el final rápido y en el 7,5 km. me quedé sin energías (para 49'44") y sucedió el atroche en la mítica curva del km 9. es una curva de 180 grados que cambia el sentido de la carrera; pero, unos metros antes de la misma, hay un caminito de tierra que todos los corredores usan para el atroche y el rebaño (y yo) va detrás...

Después unas cañitas en una mañana de carrera con Dani (gracias por acompañarme en mi hundimiento), Luis (que se ha venido a vivir a Valdemoro, otro compi para los rodajes, si se anima) y Juanfe. Vimos a más gente como los Runners de Barrio (Alberto y Manu, con su novia y su debutante hermano, que hizo un gran papel) y el tapiero Manu, entre otros. No hay fotos de los eventos por el momento, pero siempre podéis acudir al picasa, por si acaso.

Y como echo de menos todos estos comportamientos éticos en el deporte, os pongo a otro gran guitarrista, Gary Moore.