El año pasado, volviendo de una carrera por el norte y no sabría bien decir cual, Juanlu me comentó que le había echado el ojo. Incluso, si no me equivoco mal se inscribió y no pudo acudir. En cualquier caso, ver ese cono ahí en medio, amenazante, suponía un reto.
Este año se ha convertido en una carrera nueva. Hasta el año pasado, la carrera era subir hasta la Higa , unos 7 Kms. Este año, para bien de todos, se ha alargado la longitud del trayecto, variando la ruta de ascenso e incluyendo el descenso por senderos técnicos para sumar un medio maratón. Antes, se ascendía por una vieja carretera la cual ya ha perdido el firme en la mayoría de sus tramos, en la típica ascensión “de zetas” para ahora adentrarse por el bosque a través de senderos entre hayas, lo cual hacía la aventura ciertamente mágica.
Salimos el sábado hacia Murugarren, donde el amigo Fernan nos espera en su estupenda Casa Baquedano. Allí comimos con él, Elena y Jorge, Juanlu y yo. Sus guisos de alcachofas de la tierra, deliciosas y esas albóndigas suaves cuya receta personal amablemente compartió con nosotros. En una tarde ciertamente mala, que alternaba pequeños ratos de sol con aguaceros intensos y que no disfrutamos Ya caída la tarde, llegaron Pili y Pepe para cenar en la sidrería de Murugarren, donde el lugar y el típico menú de tortilla de bacalao, bacalao frito con verduras, chuletón y postre de queso con membrillo y mermelada de manzana, todo bien regado, es una delicia que motiva aún más a viajar a las estupendas tierras navarras.
Ya al día siguiente nos recogió Pepe y fuimos a Monreal para afrontar la aventura. La Higa impone de lejos, se ve bien la pendiente de ascenso aunque no se afronte desde la perspectiva que se observa llegando hacia ella, Tras la recogida del dorsal y la bolsa (camiseta, bote de ketchup, tarro de tomate frito, cacahuetes,...) nos aprestamos a tomar el café y nos dirigimos a la salida, donde nos encontramos al fisio de Pepe y a Mónica y Celso, de RdB.
El recorrido, como toda buena carrera de montaña es duro. El haber alargado el recorrido permite añadir zonas llanas en las cuales se puede correr bien pero por senderos muy estrechos que no van nada bien a los “pies grandes” como yo. Se inicia en el pueblo, saliendo de él para volver a pasar por la salida y ya iniciar la ascensión por terreno amplio y firme, totalmente horrible hasta el km 6 (avituallamiento). Allí se gira hacia dentro del bosque y una pequeña pared de barro aguarda para lanzar al suelo al más osado. Más barro cuanto más se pisa... Y sigue subiendo por un lodazal más o menos hasta el km 7, tras atravesar un riachuelo sigue un precioso sendero embarrado por el bosque tras el cual asoman molinos de un parque eólico hasta el km 10 (avituallamiento) sede de la central eólica y momento en el cual se inicia la travesía por el bosque. Precioso. Estrecho sendero entre árboles, muy húmedo, pleno de hojarasca y excavado que dejaba sólo introducir a duras penas los pies. Corrible para disfrutar del paisaje, de los troncos cubiertos de musgo de un color verde casi fosforescente donde, a escasos instantes, la luz se atrevía a desafiar con puntiagudos y luminosos rayos la oscuridad del tupido hayedo. Así hasta pasado el km 15 (avituallamiento) en el cual, tras salir de la frondosa vegetación aparece, vertical e imponente, la Higa. Dos puntos fosforescentes (el chaleco de los voluntarios) se divisan desde abajo. “¿Hasta allí hay que subir?”. “Sí, es sólo un kilómetro” Sólo... La subida es ciertamente vertical. Hay un primer tramo horrible, un segundo muy exigente, sólo para muy montañeros y el tercero, la parte granítica de la Higa que hay que afrontar subiendo agarrado a unas cadenas fijas a las rocas, sin las cuales sería imposible ascender. Una vez arriba, avituallamiento y para afrontar los últimos 4 kms, a través de bajadas técnicas con piedras y obstáculos y curvas de 180 grados sin visibilidad, afrontando los dos últimos kms por el mismo trayecto que se inició la ascensión.
La carrera es espectacular por el paisaje, el paso por el hayedo, la propia subida a la Higa , las cadenas, la bajada... La organización es perfecta: las marcas, imposible perderse, señalización de zonas de peligro muy evidente... Voluntarios muy animosos, avituallamientos completos, líquidos (agua e isotónico) y sólidos (plátanos, naranja, exquisita sandía, geles) y en meta... no lo sé, ya habían desmontado el chiringo cuando llegué, jejejeje. Pero tras un amplio sorteo de material deportivo, aceite, análisis biomecánico y podológicos, etc. esperaba un picoteo (salchichón, chorizo, chistorra, tortilla de patatas, pisto, vino, refrescos,...) mientras algunos corredores todavía esperaban su turno para el masaje y otros miraban la clasificación ya expuesta. El único pero...¡¡¡ el agua de las duchas estaba congelada!! Venga, ya puestos, no había camisetas talla XL.
Mi carrera.... Cuando me inscribí ya puse un comentario en el FB de la Higa : “Ya tenemos el nombre del último clasificado”. Por cierto, olvidé los pantalones en casa. Suerte que llevaba unos del Barça y al menos pude correr con ellos. Es sí, sin cordón y con la goma dada, no se cuantos miles de veces tuve que subírmelos en marcha. No hace falta que diga que no entreno nada y menos en montaña pero es lo que hay. La salida es relativamente cómoda y empieza a picar hacia arriba bien a partir del segundo kilómetro aunque el firme es compacto. Juanlu ya se marcha en ese kilómetro. Pepe ya se había marchado desde la salida, reiterando mi tesis de la fraseología runneril (“Voy a ir contigo, Juanlu”). Salgo de los últimos junto con Mónica y prefiero ir un poco por delante para ir probando que me dice el coco yendo sólo, de cara a retos más largos que se vienen encima pronto. En el km 5 me tuerzo un poco el tobillo pisando una piedra que se mueve y paro por precaución andando un rato a ver si voy a mejor o a peor. Un poco más adelante encuentro en el suelo un billete de 500 euros. Por primera vez pienso que tengo suerte, ya me va tocando encontrarme con ella. Pero... no, era de un garito de copas, publicidad. Mi gozo en un pozo... En el km 6 está el avituallamiento. Tenía bastante sed a pesar de no hacer calor, supongo que la sidrería tuvo algo que ver en ello. Tras refrescarme, me señalan el camino y un muro de lodo me espera. Ahí, tras varios resbalones y un par de ocasiones en los cuales la zapatilla se me queda clavada y sale el pie de ella, empiezo a maldecir la hora en que se me ocurrió, ya que no puedo prácticamente avanzar y que no hay donde agarrarse; ya que la vegetación de los márgenes del camino era espinosa. Mónica, que iba con el corredor escoba, me ve y me llama. En ese tramo tardé un mundo, no avanzaba. Y así me coge el cierre de carrera un poco más adelante. Seguimos y me marcho solo de nuevo hasta el avituallamiento del km 10. Allí de nuevo me atrapan y y nos vamos juntos pero me vuelvo a adelantar hasta el km 15 donde empieza la Higa. A media subida me atrapan, entre jadeos. Un poco antes, un voluntario me ofrece su bota de vino y acepto. Saca una foto. A ver si la cuelgan en alguna parte porque el paisaje del fondo es fantástico, frondosos bosques de varios colores. Voy con ellos justo hasta empezar las cadenas. Allí se marcha Mónica que llegará sola ya a meta y yo me quedo acompañado del corredor escoba. La primera cadena me cuesta un revolcón al querer subir con las piernas. Ya visto que hay que tirar de brazos, la coloco entre las piernas y para arriba. Una vez en la cima, avituallamiento con un grupo de voluntarias animosas y altavoces con música electrónica. Y de ahí a meta una bajada técnica hasta la falda del monte y otro km hasta el final, donde esperan Elena y Jorge y el enano entra en meta conmigo de la mano, junto al corredor escoba. Gracias Mikel y suerte en la Zegama !!
Después de la ducha y el picoteo, con el resto de compis que fueron como rayos, especialmente Celso, una cerveza en el bar del pueblo y del tirón a Madrid. Una bonita aventura, buen finde y nueva constatación de que la carrera por montaña es un deporte distinto y hay que prepararla bien y de manera adecuada.
Altamente recomendable y con mi más sincera enhorabuena a la organización y a los voluntarios. Hasta el año que viene, si no hay nada que lo impida.
Había mucho fotógrafo por el camino pero pocas fotos encontradas, así que imágenes en carrera no tengo. Dudé hasta el último instante en llevar la cámara pero hice bien por el barro. Las pocas que hay por ahora, que espero añadir más, están donde siempre. Y el track, aquí. Para ver el perfilito de la Higa en sí.
Había mucho fotógrafo por el camino pero pocas fotos encontradas, así que imágenes en carrera no tengo. Dudé hasta el último instante en llevar la cámara pero hice bien por el barro. Las pocas que hay por ahora, que espero añadir más, están donde siempre. Y el track, aquí. Para ver el perfilito de la Higa en sí.