POLÍTICOS HOVERCRAFT

En los libros de la colección "Cómo y por qué" que me compraba mi padre de pequeño, aprendí muchas cosas. Me llamó mucho la atención el hovercraft. No me cabía en el entendimiento cómo podía un vehículo deslizarse sobre el agua sin ni siquiera rozarla.

Lo que nunca podría llegar a imaginar es que la especie mejora y el ser humano es capaz de superar a la máquina. Hace poco un ordenador superó en EE.UU., en un concurso de preguntas y respuestas (tipo Trivial), a dos de los más avispados concursantes. Desde luego, los políticos son una especie que rompe con el darwinismo, incluso con las leyes de Mendel y, por supuesto, por encima de la ciencia, la nueva religión que tipos como Stephen Hawking promulgan desde el púlpito de su apostolado de incontrovertibilidad científica.

Hace un tiempo, en un programa de TV fue sonada la metedura de ZP a la pregunta de cual era el precio de un café. Dijo que 80 céntimos de euro. Que lejos de la realidad. Hace escasas fechas, unos niños ponían en aprietos al más que posible futuro presidente de este país, un tipo que obedece al apellido de Rajoy, al formularle la misma pregunta. Tras poner cara de póker y tragar saliva de forma compulsiva y por litros, recordó la cagada y jugando a "el precio justo" decidió cagarla aún más al demostrar que no llevaba los deberes e¡hechos. Respondió que un euro. Quizás en el hogar del jubilado un pueblo de zona rural se aproximase a.. el preeecioooo juuuuuuuuustoooo... Pero no, querido caballero, el precio no es un euro, es aún mayor. Despegados de la sociedad, los políticos se han convertido en auténticos hovercrafts (jet foil como se dice ahora). No tocan el suelo. están pasilleando en las sedes de sus partidos o pululando por sus cargos en los organismos oficiales. ¿Cómo van a saber el precio de un café si nunca pagan?

Pues esta semana acabamos de batir el récord del mundo de "hovercraftismo" (vaya palabros, voy a peor). En la Asamblea de Madrid (Parlamento autonómico madrileño), ni más ni menos que el Consejero de Transportes (digo bien, de Transportes, públicos, por supuesto) se suelta la melena, se levanta medio metro por encima de cualquier superficie sólida sobre la cual apoyarse obedeciendo a la Ley de la Gravedad newtoniana (aquí, el apóstol Hawking posiblemente nos diría que a nivel subatómico la mecánica cuántica no necesitaría de estos compartamientos que a escala humana vemos evidentes) y suelta la siguiente perla, ante el requerimiento del grupo de la oposición para que bajase un 5% el precio: "el metrobus no existe".

El metrobus es un abono de transporte de 10 viajes que puede combinar el uso de metro y autobús. Y va el consejero y dice que no existe e insiste erre que erre. Y no dimite ni le cesan. Enlazo un artículo, porque quiero obviar las frases y prefiero que veais el video. Es impresionante (mejor, decepcionante) ver en TV como, tras la afirmación, el grupo de la opción profiere gritos de sorpresa/indignación, ante lo cual, el consejero vuelve a reiterar la afirmación ante los aplausos de su grupo... Éstos son los políticos que tenemos en nuestro país. No les hace falta el colchón de aire del hovercraft, levitan de lo despegados que están de la sociedad... O a lo mejor el colchón de aire son los resoplidos de indignación de los ciudadanos, hastiados de nuestros... ¿representantes?

Ah, José Ignacio Echeverría se llama el menda. El de la foto. Vete ya, mediocre.