Hace más de 500 años, el 17 de septiembre de 1497, un tal Pedro de Estopiñán motivado por la política estratégica de Reconquista de los Reyes Católicos, los cuales decidieron por motivos evidentes de seguridad, controlar el norte de África; conquistó la plaza norteafricana de Melilla.
Rusadir (antiguo nombre de Melilla) fue fundada por los fenicios (hay restos arqueológicos en el cerro San Lorenzo que así lo atestiguan) se desconoce la fecha exacta. Tras este hito, y dada su importancia como centro comercial, fue conquistada sucesivamente por Cartago, Roma, los vándalos y el Islam. La ciudad fue destruida y reconstruida en diversas ocasiones (vándalos, 429; vikingos, 859) y reconquistada al Islam en la fecha citada, tras otra reconstrucción posterior al arrasamiento de la ciudad motivada por la disputa entre los sultanatos de Tremecen y Fez (al que pertenecía cuando fue recuperada). Desde entonces, los rifeños han intentado sin éxito la ocupación en diversas fases de la Historia. Evidentemente, nada que ver con la reclamación de un reino de creación a mediados del siglo XX, el de Marruecos, el cual no tiene ningún derecho histórico a reclamarla; ya que los distintos límites territoriales acordados en los diversos Tratados (desde el de Cintra, en 1509) nunca han contenido a Melilla bajo otra soberanía que la española. Hay polémica respecto al origen del toponímico, así que, como no hay acuerdo y no es un tema que, por el momento, vaya a investigar para dar mi versión, no comento más que el dato de la controversia sobre el origen de la palabra Melilla.
La mayor proximidad a perder dicha soberanía se produjo en la desastrosa Guerra de Marruecos, a principios del siglo XX. Uno de los acontecimientos más tristes en la Historia de España. Principalmente la Batalla del Barranco del Lobo, en 1909, y la de Annual, en 1921, estuvieron a punto de hacer perder la plaza en conflicto bélico. Ésto, conjuntamente con la estrategia política de Franco como amigo de los árabes (no reconociendo a Israel) y entregando a Marruecos de manera vergonzante las plazas de Sidi Ifni o el Sáhara Occidental, entre otras.
He pasado un año en Melilla. Verano de 1986, un cuasi veinteañero chaval de BCN se dirige a prestar su servicio militar en Melilla. Suficiente para enamorarme de una ciudad que respira por sus cuatro costados convivencia, multiculturalidad y respeto. Cuatro culturas (cristianos, musulmanes, judíos é hindúes) han convivido durante siglos en paz y tolerancia y eso se hace evidente a cualquiera. Por muy chocante que parece a los ojos de alguien que en esa época los únicos inmigrantes que veía eran unos pocos negritos africanos que iban al Maresme a trabajar en los invernaderos donde se cultivan las flores, es una realidad incuestionable. Además, las manifestaciones de cultura modernista (segunda ciudad con más edificios de este estilo, tras BCN) y art déco, la Melilla Vieja y amurallada, etc., hacen de ella un lugar para visitar, en un ambiente hospitalario de gente abierta, de tolerancia y de españolidad.
Aquí os dejo unos "regalitos" del chavalito que suscribe, en Melilla en 1987:
La tolerancia excesiva hacia los caprichos del sultancito marroquí en diversos momentos de la democracia (espero no se desprenda de aquí que añoro ninguna forma de gobierno totalitario ni demostración belicista, al contrario) que cada vez que quiere, abre las puertas del tráfico de drogas y de personas o (como hacia su papá, cautivando buques pesqueros o restringiendo la captura de especies marinas) ha derivado en una situación intolerable: el bloqueo a la ciudad por tierra de los abastecimientos procedentes de Marruecos y, en una versión del intolerante radicalismo islámico, la prohibición de pasar la frontera a las mujeres marroquíes que allí van a trabajar. Por no decir de la vergonzante humillación pública a las mujeres policías que desempeñan labores de control fronterizo (por no considerar que una mujer pueda controlar a un hombre musulmán...). ¿Dónde está el Gobierno que no se iba a ir de vacaciones? ¿Dónde está el Ministro de Interior, el de Exteriores, la Ministra de Igualdad?
Podría poneros algo de música de mi época allí, mi primera Navidad lejos de la familia... seguramente os pondría "Last Christmas" de Wham o "Cien Gaviotas" de Duncan Dhu. Pero la canción que más me llamó la atención de las que ponían en la radio que allí se sintonizaba en la época (escasa FM, sólo la SER y los 40 principales a tutiplén) me quedo con ésta...
Me iba a ir un ratito a correr; pero se me ha pasado la hora. A ver si esta tarde me puedo escapar. Ya empiezan a llegar las "grandes citas" de este año y necesito meter más caña al cuerpo.
Nasío pa matar...ja, ja. En ciertos temas, la tolerancia es un error. Hay unas reglas de juego básicas, como los derechos de la mujer, que son intocables.
ResponderEliminarJajajajaja. Volvemos a hablar de la pesada losa del relativismo. En este sentido, Islam y derechos de la mujer (tal y como deben ser) son incompatibles. Como se aprecia en este caso, no sólo imponen la sharia en sus territorios, sino que quieren (y lo aceptamos) que no haya mujeres policía en la frontera española porque no pueden denegar el paso de la frontera a un hombre musulmán...
ResponderEliminarTe veo el sábado, si no pasa nada fuera de lo planeado. Llevaré un clavel rojo en la solapa.
Muy interesante, pero por mucho menos de eso que has escrito algunos te ponen la etiquetita de facha, y entonces ya puedes intentar argumentar...
ResponderEliminarTienes razón, Phaeton. este es el país de las etiquetas. Y es cierto, luego ya puedes argumentar, que cuando te han puesto la etiqueta, no te la quitas jamás (no se de que ultra-resistente material están hechas las etiquetas; pero no es mala idea patentarlo, creo que nos podríamos forrar). Que conste que tampoco me parece bien el oportunismo de los del PP yendo allí a hacerse la foto.
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