IN BOCCA AL LUPO
Hace ya bastantes meses tomé la decisión de retomar mi actividad maratoniana en Roma 2014. Lo hice con tiempo suficiente para poder preparar con cierta solvencia la prueba. Es más, en un #runandbravas se propuso el tema de correr un maratón, comenté que iba a Roma y se animaron unos cuantos valientes (más algún otro que se tuvo que quedar en el camino y a quienes echamos de menos en la aventura).El hacer un maratón acompañado es una buena fuente de motivación y garantiza llevar una decente preparación previa. Pero nada más lejos de la realidad. Este cansancio eterno, compañero inseparable de fatigas en el último año, no me abandona. Así que, dudando hasta el último instante, con una bolsita exigua de kilómetros a ritmos paupérrimos (el cuerpo no da para más) me decidí a afrontar el reto.
Triscaidecafobia. Fobia al número
13. Tiene su origen en la mitología nórdica precristiana. El mito dice que
en un banquete en el Valhalla fueron invitados doce dioses. Loki, el espíritu
de la ira, del engaño y del mal que no estaba invitado, se coló, sumando a
trece presentes. Loki elaboró una estratagema para matar a su hermano Baldr, segundo
hijo y predilecto de Odín, el más venerado por los hombres, el de mejores
cualidades físicas y un sabio y de quien estaba celoso al ser indestructible
ante todos los materiales. Con malas artes, Loki adivinó que Baldr podía ser
dañado por un material, el muérdago. Se hizo con él y consiguió darle muerte a
través de un tercero vía flecha impregnada con muérdago. Hay varias versiones sobre
la muerte pero esta es la más extendida. Hay, En eso que llamamos
actualizaciones, se ha homologado posteriormente con el número de 13 asistentes
a la última Cena o con el Arcano número XIII del Tarot, La Muerte. También el
código de Hammurabi se salta la norma
13, al ser considerado de mala suerte.
No soy estrictamente supersticioso
pero si de costumbres o pequeños ritos, más bien relacionados con algún objeto
de “buena suerte” que mi testarudez empuja a seguir manteniendo a pesar de su
evidente falta de efectividad. Un día, cuando era un pequeño, mis padres
hicieron un esfuerzo importante en comprarme una camiseta de fútbol de algodón,
de aquellas de los años 70. Color azul marino de manga larga. Me gustaba el
número 13. De tal manera que recorté de una vieja sábana un 1 y un 3, los pinté con
rotulador negro y los cosí a la espalda. Aquél frío sábado de invierno, quedé
temprano con mis compis de clase para ir al cole, tocaba partido de fútbol. De camino, un
gato negro se cruzó en mi camino y pasé bajo una escalera. Comenzó el partido. Primera
jugada, balonazo en todos los morros de uno de aquellos globos naranjas marca Kaplan.
Me reventó la nariz. Evidentemente lo achaqué a la suma del 13 más el gato más
la escalera. Con el tiempo, lo del gato y lo del 13 lo llevo muy bien, pero lo
de la escalera no lo llevo. Éste, tras mucho resistirse, era mi maratón número
13.
El exorcismo que debía llevar a
cabo no era enterrar supersticiones sino que era volver a enfrentarme a 42 kms.
Y volver a coger confianza en seguir con la actividad física, cuando en
realidad lo difícil es ponerme las zapatillas porque salir a correr a diario es
un auténtico sufrimiento. Desde luego, esta situación era la más adecuada por
el contexto: sufrir un Vía Crucis. Y más después de la mala sensación (no
muscular sino de una cierta incomodidad cardiovascular) con la que acabé el
Maratest y que un electro "express" se encargó de disipar.
Podría escribir un post interminable. En Roma hay mucho que ver y de lo que hablar. Intentaré ser todo lo conciso que pueda. Salimos desde Barajas el jueves tempranito Elena, Jorge y
yo. Llegamos al “hotel”. No era más que un piso con habitaciones acondicionadas
a modo de hotel (parece ser bastante usual en Roma) pero con habitación limpia,
decente, baño propio, televisión y wifi. El desayuno, en una cafetería en la
calle. Pero…por 20 euros PAX creo que no podía esperar el Waldorf Astoria. El
camino ya sirvió para comprobar que el tráfico en Roma es una aventura. No se conduce
mal sino peor, y el respeto a los peatones es cero. Si tienes confianza en que
los coches paren ante un paso de cebra, estás equivocado. Debes lanzarte o no
paran. Y ello no es garantía de que lo hagan… Incluso tengo la anécdota de un
autobús pitándome mientras cruzaba un paso de cebra para que me diese prisa!!!
No sé si lo he dicho o lo repetiré pero Roma como ciudad me ha decepcionado un poco. Me ha parecido muy abandonada: todo en obras, el cuidado de las vías inexistente, agujeros en las aceras y el asfalto, mucha suciedad,... La parte monumental con gran parte de los edificios envueltos en andamiajes... Pero hay mucho que ver y muy bonito. Por ello es aconsejable ir con tiempo, sin niños y listo para un palizón de andar. Poco aconsejable plan para antes de un maratón pero...nunca escarmiento!!
No sé si lo he dicho o lo repetiré pero Roma como ciudad me ha decepcionado un poco. Me ha parecido muy abandonada: todo en obras, el cuidado de las vías inexistente, agujeros en las aceras y el asfalto, mucha suciedad,... La parte monumental con gran parte de los edificios envueltos en andamiajes... Pero hay mucho que ver y muy bonito. Por ello es aconsejable ir con tiempo, sin niños y listo para un palizón de andar. Poco aconsejable plan para antes de un maratón pero...nunca escarmiento!!
Buscando un sitio para comer
encontramos un restaurante local, Andrea. Vimos que estaba lleno de locales
comiendo, así que pensamos que lo mejor es ir a un lugar frecuentado por
locales porque había posibilidades de comer bien. Repetimos dos veces más en
posteriores ocasiones. El aceite de guindillas no picaba…quemaba. La gastronomía es la esperada, ensaladas variadas, siempre la pasta al dente y las pizzas de base fina pero crujientes y rígidas, no lo que tenemos por aquí. especial descubrimiento: la pizza de patata, la cual habrá que experimentar hasta alcanzar maestría culinaria en ella.
Mientras la family hacía la
siesta, fui a por el dorsal. Empezamos con las críticas: sería conveniente
señalizar la zona desde la salida del metro. No es complicado y existen
tecnologías; pero aún quedamos aquellos fieles a la precisión de la raza
humana, capaces de preguntar a lugareños una ubicación, hacerles caso y…evidentemente perderse por seguir
instrucciones erróneas.La feria no está mal en su
ubicación. No está lejos del metro, en el exterior de la Ciudad (penúltima
parada de la línea de metro). Sin
embargo un poco laberíntica y haciendo seguir un flujo que obligaba a pasar por
los stands de maratones y saliendo con un kilo de papel para remitir a Carlos
Utrilla. No me gustó ese “pasa por donde yo te llevo”, prefiero hacerla libre.
La feria es completa, no había exceso de tiendas vendiendo productos y las grandes marcas estaban presentes con sus últimas novedades. Cuando fui había muy poca gente y no tuve que guardar cola. La bolsa: una mochila (de uso obligatorio como ropero el día de carrera), una camiseta NB, un kilo de folletos y un paquete de espaguetis. Suficiente.
La feria es completa, no había exceso de tiendas vendiendo productos y las grandes marcas estaban presentes con sus últimas novedades. Cuando fui había muy poca gente y no tuve que guardar cola. La bolsa: una mochila (de uso obligatorio como ropero el día de carrera), una camiseta NB, un kilo de folletos y un paquete de espaguetis. Suficiente.
El chip, integrado en el
dorsal, el cual era de gran calidad, personalizado y que es el primero el cual
llega a meta intacto, a pesar de toda el agua que les cayó encima. Como me
perdí para llegar a la feria y quería llegar regresar me pegué una buena
paliza. Nos preparamos y fuimos ya de turismo, Coliseo, Pirámide, Fontana di
Trevi. A cenar y a dormir.
Por la mañana siguiente siguió el
trote: Plaza España, Trinidad del Monte, Panteón, Plaza Navona y de nuevo a
Fontana di Trevi. El pobre Jorge aguanta sin rechistar (demasiado) las palizas
de andar así que hay que llevarle a la fuente de la monedita y los deseos para
que cargue baterías. Comida en Andrea, a la cual se incorpora Juan y siesta. Ya
por la tarde más paseo, Bocca de la Veritá, Ponte Rotto, mini incursión al
Trastevere para regresar. Sinagoga, Fuente de las Tortugas, Campo di Fiore,…
otra palicilla a andar. Aquí ya se nos unió Pepe para cenar. A dormir.
Por la mañana, Museos vaticanos. 3 horas de admirar las bellezas del arte que el hombre crea para disfrute de la raza humana y que está en manos de unos poquitos… Muchas fotos y algún “selfy” impagable.
Por la mañana, Museos vaticanos. 3 horas de admirar las bellezas del arte que el hombre crea para disfrute de la raza humana y que está en manos de unos poquitos… Muchas fotos y algún “selfy” impagable.
Después se nos unieron Elena y Jorge, más tarde Gerardo y por último David, acompañado, para comer. Después siesta y, mientras Pepe iba a la feria, preparar los trastos para la cena en Andrea.
Se incorporaron Alberto y Jen (a David ya no le veríamos más). Aquí los valientes se atrevieron a probar un poco de aceite de guindillas y una sobrasada picante que hizo las delicias de los comensales…
Al día siguiente nos dirigimos a
la salida. El cielo está gris y chispea. Ahora para. Vuelve a chispear. Nada
grave. La organización de la salida es excelente. Criticaría la falta de
señalización en los camiones-ropero, debería ser previa en el folleto ya que
son muchos metros y la hora de aglomeración hace complicada la logística. Pero
sin colas para dejarla, guardada en el interior del camión colocada en ganchos
de manera ordenada, el camión con los intervalos de dorsales bien visible e
identificado…
El acceso a los cajones no es
lateral. Se accede desde el final por tres pasillos. Cada uno desemboca en la
zona y están separados por miembros del ejército, hombro con hombro. Empieza a
llover. Fuerte. Más. Aguacero. Se estropea la megafonía mientras nos helamos
bajo el agua. Ohhh. Para de llover. La gente aplaude. Vuelve la megafonía a
falta de dos minutos. Se sale con 10 minutos de retraso. A las 9 h cuando se
anunció a las 8:50.
La salida es espectacular
mientras suena “The Final Countdown” de Europe. Con el Coliseo a nuestras
espaldas, caminamos por la Vía de los Foros Imperiales pisando cientos de
plásticos. Hay una pequeña retención a 200 metros de la salida, la gente no
quiere pisar los charcos (muchos) que hay en el adoquinado. Para mi
desagradable sorpresa, encontré en Roma una ciudad sucia, desvencijada, con
sabor a crisis y decadencia. Todo en obras, todo viejo, agujeros en el asfalto,
el metro sucio, los trenes y tranvías tenían décadas... Desde luego, si nos
encontrásemos ese nivel aquí, quemábamos a los políticos.
El recorrido es espectacular y
discurre siempre muy próximo al Tíber. A veces cruzando de orilla a orilla,
sobre todo en los primeros kilómetros. Poco asfalto y alguna que otra rampa sin
inquietar. Los avituallamientos bien, generosos en efectivos, largos (agua e
isotónico y , a medida que avanzaban los kilómetros fruta y galletas, sin
geles) y entre avituallamientos, esponjas. Hay que ir con cuidado con los
adoquines, vista en el suelo.
Llegamos a Plaza San Pedro en el
km 18 por la avenida de la Conciliación. Hay numeroso público en casi todo el
recorrido, sin llegar a ser un gentío. Pero el que hay, salpicado por todo el
recorrido es muy animoso. No faltan gritos de “Forza, sei bravi” y aplausos de
gente anónima que nada tiene que ver con la carrera. Mucha animación de orquestas,
sobre todo militares, al principio. Desde media carrera hacia el final, ya
animadores con música y micrófono en ristre. La segunda mitad es de perfil
mucho más amable salvo dos repechitos (km 28 y 35) y el repecho serio del km 40.
Hay zonas espectaculares.
Particularmente la que más me gustó fue desde Plaza Navona, pasando junto a las
terrazas, tipo Almansa, hasta Plaza
Venecia, girar por la Vía del Corso vallada y llena de público hasta la Plaza
del Popolo y regresar en dirección opuesta por la paralela Vía de los Babuinos,
kilómetro 39 tomando de nuevo empedrado que si no vas bien, lo acusas. Además,
la subida por el túnel en el peor repecho de la carrera es de las que anima a
parar en el avituallamiento del 40 y nutrirse bien para llegar a meta. La meta,
este año cambió respecto a anteriores ediciones: antes se llegaba dejando el
Coliseo a la espalda y ahora se llega hacia el Coliseo, entrando ante una
formación de gladiadores.
Bajo mi punto de vista es el
maratón más bonito de los recorridos de cuantos he corrido, el trazado no tiene parangón y la
organización es de muy alto nivel. Para repetir estando mejor. Eso sí, como evento en conjunto, Berlín está muy lejos. Habrá que seguir descubriendo nuevos eventos.
En meta, medalla, manta térmica
PARA TODOS, bolsa con agua e isotónica, galletas, té… Y UN TORMENTÓN DEL 15
(eso sí, todo sin colas).
Mi carrera. En la salida despedimos a Jen que
corría la Stracitadina, luego a Alberto, Pepe y Gerardo y me quedé con Juan. Mi
carrera fue lamentable. Mi objetivo estaba en 4:59’59” dado mi historial
reciente. Mi objetivo deseable 4h50’. Salí y me encontré cansado (que novedad)
y más o menos fui decente hasta al km 18 con Juan esperándome, las típicas
paradas meonas, nada nuevo, pero ya en el km 8 estaba pensando en irme para
casa. Aún así, como sé que me encuentro mejor cuando llevo rato fui más o menos
en línea hasta el km 19. Otra paradita al pis y ahí ya fue un drama pues no
podía ni despegar los pies del suelo. En fin fui más o menos de mal en peor
pero no de manera regular. Había momentos de peor en los cuales se intercalaba
algún mal. En el km 28 hay un repechito pequeño y todo el mundo iba andando así
que me animé viendo que yendo a 8’ adelantaba gente (os puedo asegurar que es
posible!!!) y poco después tuve que parar por una emergencia (malditos geles
caducados) que ya me colocó en suerte para que en el tramo final de adoquines
me diesen la estocada final. En el avituallamiento del 40 ya me lo tomé con muuuuuuucha calma, me zampé todo lo que había en las mesas, anduve por el repecho hasta el final del túnel y de ahí a meta ya fui corriendo bien. Fue mi único tramo andando. Como no, acabé reventado (la segunda media calculo
que me iría a 2h40 o superior). Se me fue la cosa 5 minutillos…jajajajaja.
Sufriendo como un perro pero
llegando a meta.
ESTE PASEO VA DEDICADO A MI AMIGO PEPE, AL QUE ESPERO UN DÍA ACOMPAÑAR EN UN MARATÓN. Eso sí, llegando un par de horas más tarde que él.
Un estupendo fin de semana en compañía de los amigos Juan, Pepe, Alberto y Jen, David. Gracias a todos por los buenos momentos.
Gracias a todos aquéllos que han sacrificado un buen entreno por acompañarme mientras, en la preparación del maratón, me arrastraba por las estepas valdemoreñas, por la CdC o por el PLM.
Y la imprescindible presencia de
Jorge y Elena. Sin mis amores nada es posible. Es lo mejor que puede suceder, estar acompañado de los tuyos y disfrutar juntos de un precioso viaje. Perdón Jorge por la paliza a andar que te dimos. Espero que tus deseos formulados a Neptuno se hagan realidad.
Las fotos, tarde o temprano estarán donde siempre (pinchar sobre "mis fotos")
Las fotos, tarde o temprano estarán donde siempre (pinchar sobre "mis fotos")
Había que suicidarse para alcanzar la redención, como muestran los Metallica. Ahora les toca a los médicos
hacer bien su trabajo y que acaben con este estado cuanto antes. Y a mí
hacerles caso…
Hasta la próxima aventura (tic
tac).
CREPI IL LUPO
Guapa crónica aunque "no estoy" (sniff...), en el cuarto párrafo por el final desaparecí. Debe ser porque salí corriendo a por el avión el domingo. En fin, es lo que tiene ser pequeñito. Enhorabuena Santi ¡y a por Obstó!
ResponderEliminarEnhorabuena por el maratón de nuevo conseguido, y por haber disfrutado del día y del viaje, como debe ser¡¡
ResponderEliminarTic tac... y lo que nos gusta sufrir... tengo que volver, no me gusta la idea de que sufras solo jejejeje. Un beso.
ResponderEliminarPara decir que era tu maratón nº 13 vaya chapa que te has marcado, ja ja ja. Creo que al final salió la cosa bastante bien, para lo que podía haber sido, yo al menos lo disfruté mucho, sobre todo por la compañía.
ResponderEliminarEspero que el próximo, que ya será el 14, lo hagas con todas las cositas en su sitio y bien descansado, a ver si coincidimos.
Un placer y hasta la próxima!
Me ha gustado mucho la crónica! muy cierto lo que dices de Roma, pero pese a todo, tiene un encanto... yo volvería mañana mismo, aunque para cruzar las calles hace falta entrenamiento específico. Y el aceite de guindilla, ayyy que recuerdos y qué quemaduras en los morros, jajaja, todavía me duele! Muchas felicidades por vencer al 13, a los gatos negros, a las escaleras, a los adoquines, a los geles caducados... y sobre todo, felicidades por saber disfrutar de cada momento como lo haces. Un besazo! A por el 14
ResponderEliminarFelicidades!!! por todo, el viaje y la Maratona...
ResponderEliminarPreciosa crónica, Santi.
ResponderEliminarPor cierto, no conocía el origen de la fobia al número trece.
Has superado muchísimas cosas hasta ponerte en la línea de salida. Un año de cansancio y haberte puesto las zapatillas, aunque fuese un auténtico sufrimiento... Eso no lo hace cualquiera. Y no sólo eso, sino que has sufrido sin rendirte durante los 42 kilómetros y has cruzado la meta. Esa medalla vale el triple. ¡¡Enhorabuena, Santi!!
Me alegro del disfrute por Roma y de todo lo bonito que te traes de vuelta.
Cuídate y a ver si prontito, te puedes olvidar de todo ese cansancio.
Un beso.
Muchos sabemos lo que es correr un maratón, pero no creo que haya mucha gente que sepa lo que es hacerlo en esas condiciones. Yo no me veo, desde luego. Espero que pronto le des esquinazo a esas malas sensaciones. Un abrazo compañero.
ResponderEliminarEnhorabuena Santi,por la crónica de 10, y por la medalla, tiene mucho mérito cuando cuesta tanto. Otra capital gastriatletica conquistada, proxima maraton??un abrazo
ResponderEliminar¡Grande Santi grande! Consigues emocionar y hacer pensar con tus crónicas. ¡Maestro!
ResponderEliminarDicho esto... no me extiendo en lo ya dicho.. tu esfuerzo para llegar a meta tiene que saberte a triple victoria (como bien apunta Almudena)
Ahora lo que estamos deseos@s de leerte es que se ha vencido, del todo, a ese cansancio raro-cabrón que te está queriendo acucharar.
Igual procede terapia de choque y tenemos que cargarnoslo a Kms....
La Maratón de Obstón (aunque ya sabemos que no existe), de verdad, la vamos a tener que inventar :-))
¡Abrazo fuerte compañero!
Alberto 'RunnerChef'
Y eso de llego al 40 y me paro a zampar? Viva la Virgen del Rocío....
ResponderEliminarEso sí, la crónica, ni Alberto Moravia. Pues de Roma hacia el sur todo es todavía más decadente. Lo importante, haber disfrutado con la familia.
Un abrazo y a ver si nos vemos...
Felicitaciones, aunque tarde...
ResponderEliminarJavi Sanz